UN NUEVO MODELO FORESTAL, DE BOSQUES Y PLANTACIONES QUE CONTRIBUYA A LA SEGURIDAD NACIONAL

Archivo AIFBN
Luis Astorga, Director Honorario AIFBN. Septiembre 2018

La gran publicidad que se ha dado al proyecto MAPA -ampliación de la planta de celulosa de Arauco- confirma los planteamientos de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN) de avanzar en la propuesta de un nuevo Modelo Forestal para Chile, sobre la cual se ha estado trabajando desde fines del siglo pasado.

A comienzos del nuevo milenio, el PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) elaboró el Índice de Desarrollo Humano -ingreso, educación y salud- para todas las comunas de Chile. En aquella época nuestra lucha como Agrupación se orientaba principalmente a evitar que los bosques nativos se transformaran en plantaciones de pinos y eucaliptos. Pero el Índice mencionado, mostró que las comunas con extensas plantaciones en las regiones de Maule, Bío-Bío y Araucanía, tenían los valores más bajos del país. Situación que se corrobora con la encuesta CASEN de 2015, donde se  confirmó que en esas regiones se habían mantenido los ingresos más bajos de Chile, a pesar de la inmensa riqueza que se había creado con las plantaciones forestales. Coincidentemente con esa situación de pobreza, en la década de los años 90 las comunidades campesinas e indígenas manifestaban un fuerte rechazo a las plantaciones forestales. Se reclamaba en contra de sus impactos negativos en la provisión de agua, biodiversidad, efecto en el paisaje de las grandes talas rasas, uso de agroquímicos, peligro de incendios forestales, cierre de escuelas y emigración obligada a los pueblos.

Mientras tanto, el bosque nativo continuaba su proceso destructivo y de paulatina degradación – a menor escala es efectivo – pero desapareciendo poco a poco. Los Parques Nacionales y Reservas del Estado (SNASPE) se libraban de ello gracias a la excelente labor de CONAF.

El modelo forestal basado en las plantaciones – iniciado en 1974 en la dictadura y  logrado grandes éxitos macroeconómicos en producción de celulosa y exportaciones – no había sido capaz de tener impacto positivo en la calidad de vida de las comunidades locales. Todo lo contrario. Se modificó la estructura rural de las regiones mencionadas, obligando a muchos pequeños agricultores a emigrar a los pueblos. La gran riqueza de las plantaciones tuvo escaso impacto en la mejoría de ingresos de las comunidades locales. Solo enriqueció a las grandes empresas.

Este análisis  nos abrió el espacio para plantear la necesidad de un nuevo modelo forestal,  cuyos ejes esenciales publicamos en un libro en 2010 (adjunto). La propuesta tuvo escasa acogida aquellos años, porque se suponía que la Certificación FSC podía resolver los impactos ambientales y sociales negativos de las plantaciones. A su vez, los medios de comunicación y las grandes empresas se encargaron de insistir en el éxito del modelo forestal.

Sin embargo, la agudización del problema de escasez de agua, que obligó a las municipalidades de las zonas de plantaciones a gastar miles de millones de pesos en la distribución de agua a la población rural, el recrudecimiento del conflicto generado por la instalación de grandes empresas forestales en la Araucanía y  últimamente, los inmensos y devastadores incendios forestales del verano pasado, nos demostraron la vigencia y necesidad de un Nuevo Modelo Forestal. Estos problemas trascienden lo económico, ambiental o técnico transformándose en un problema de Seguridad Nacional por la urgencia de resolver amenazas a la población por falta de agua, de seguridad alimentaria, de atropello a la cultura indígena, y su lucha por la tierra, y de proteger las comunidades rurales de los incendios forestales.

Ante este escenario, la AIFBN ha reunido a un grupo de 26 profesionales de diversas especialidades, quienes a partir de noviembre del año 2017 estamos trabajando en 14 temas para dar forma a la propuesta del Nuevo Modelo Forestal. Los aspectos esenciales de ella no desconocen los avances en los documentos de política forestal y plantaciones del Consejo de Política Forestal porque hemos participado en ellos. Pero es un paso adelante y se fundamenta en el hecho que el mercado, cuyo rol no se desconoce,  no ha tenido ni tiene la capacidad de generar ajustes en un sector como el forestal en que las decisiones se toman a mediano y largo plazo afectando el medioambiente y la vida de las futuras generaciones. Las dos “leyes” forestales más importantes en el sector han sido “decretos leyes” promulgados por dictaduras, primero en 1931 durante la dictadura de Ibáñez y luego en 1974, por Pinochet. El proyecto de ley forestal que presentó el gobierno de Frei Montalva (1966) duerme en el Congreso y la actual ley de Bosque Nativo demoró 16 años en ser promulgada y tuvo tantos cambios que no se han dado los resultados esperados. En general, la clase política chilena solo piensa en períodos cortos, en la próxima elección.

Un nuevo modelo forestal exige que el Estado chileno (ejecutivo, legislativo y judicial) se involucre a fondo en decisiones de corto y largo plazo que afectan a chilenas y chilenos.

La propuesta está en proceso y esperamos entregarla al país en el primer semestre de 2019.

Luis Astorga Schneider, Director Honorario, AIFBN