Declaración de la AIFBN ante partida de Adriana Hoffmann

Desde el bosque nativo te recordaremos como su gran defensora

Publicada el 21 de marzo de 2021

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La Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN) se suma a los homenajes y a la despedida de Adriana Hoffmann Jacoby, quien ha dejado una huella indeleble en la sociedad chilena, sobre todo en los chilenos y chilenas comprometidas con la Herencia Natural de nuestro país, valor que Adriana Hoffmann Jacoby contribuyó en forma significativa a relevar.

Muchos de nosotros y nosotras estudiamos sus textos, conocimos de su adelantado trabajo de Bosque Educa, pero, sobre todo, como Agrupación, nos brindó la oportunidad de ampliar nuestro conocimiento acerca de nuestro magnífico bosque nativo –y saber de su enorme deterioro- gracias a su libro LA TRAGEDIA DEL BOSQUE CHILENO, publicado en 1998. Ese texto debería estar en todas las escuelas que forman profesionales comprometidos/as con la Naturaleza, junto al texto de Rafael Elizalde McClure LA SOBREVIVENCIA DE CHILE, publicado en 1958. Entre ambos textos hay cuarenta años de distancia temporal, pero de una u otra forma muestran que la actitud de la sociedad chilena para con su Naturaleza poco ha variado.

Adriana Hoffmann lo sabía muy bien y también sabía que el necesario cambio de actitud pasaba por aprender a conocer mejor nuestros bosques, nuestras especies de flora, nuestras cactáceas tan miradas en menos durante tantos años, porque tenía muy claro el precepto que el ambientalista senegalés Baba Dioum había plasmado en su discurso ante la Asamblea General de la UICN en 1968: “…al final conservamos sólo lo que amamos, sólo amamos lo que entendemos y sólo entendemos lo que nos enseñan…”.

De allí su enorme aporte a la mejora del conocimiento a través de sus libros, textos, charlas, y también caminos recorridos en desiertos, bosques, valles y ríos, lagos y montañas, acompañada siempre de amigos y amigas, sabios y sabias, que seguramente en estos días la están recordando con más fuerza que nunca, como se recuerda y se echa de menos a las imprescindibles. Pero también la recuerdan las nuevas generaciones de jóvenes, en las que florecieron y fructificaron las semillas que ella diseminó por doquier.

Ella debe haberse ido contenta por lo que venía aconteciendo en su país: los 154 convencionales querían poner en la nueva Constitución Política de Chile a su Naturaleza, no sólo como un sujeto de derecho, sino como una red de vida al mismo nivel de la vida humana y en que ambas se necesitan para seguir viviendo, haciendo suyo el sentido profundo que había aportado otra gran bióloga como era Lynn Margulis, que cuando uno lee o escucha a Adriana Hoffmann puede intuir que está presente como una imborrable complicidad de la buena, de la necesaria.

Su libro LA TRAGEDIA DEL BOSQUE CHILENO, no pasó desapercibido, y estremeció con sus artículos y capítulos a muchos ciudadanos y ciudadanas que, quizás por primera vez, miraban el bosque no sólo como una veta de madera, un obstáculo que hay que hacer desaparecer, como un impedimento al “progreso” medido solamente en precio, nunca en valor. También fue una terrible radiografía del estado de nuestro Bosque Nativo, el mismo que ensalzara Neruda, pero que seguía siendo devastado por el afán de ganancias rápidas.

A lo largo de su vida aceptó diversos retos y enarboló sueños. Su nominación como Directora Ejecutiva de CONAMA en marzo de 2000, invitada por el Presidente Ricardo Lagos, fue un desafío enorme que tuvo el costo de poner en juego su enorme prestigio, para encabezar una institución cuestionada crecientemente; ella no sabía que tal invitación era un presente griego, una pieza dentro del ajedrez político destinada a atenuar con su presencia la fuerte presión social. No sabía que los negocios eran superiores en jerarquía al cuidado de la Naturaleza, hasta que le pidieron la renuncia 19 meses después, seguramente porque no estuvo dispuesta a firmar el pacto de Fausto[1]. Su retiro fue doloroso. Quizás vino en su consuelo Margarita Flores[2] y tantos niños y niñas que desde 1990 habían aprendido a cómo cuidar su salud y a la vez ayudar a salvar el planeta. Hoy, frente a la crisis climática que está a la vuelta de la esquina, podemos comprender mucho mejor el enorme calibre de su obra.

Entre sus muchos sueños estuvo la creación del Parque Natural Ancalao[3] en la cordillera santiaguina; un sueño que parece que por fin empieza a materializarse, esperemos; aunque la noticia de su avance ya tiene cinco años y no aparecen menciones recientes.

Una de sus últimas obras fue la publicación del libro FLORA SILVESTRE DE CHILE. CUANDO EL DESIERTO FLORECE, presentado como su volumen 1 dedicado a las Monocotiledóneas y otros taxones. Fue elaborado con John Watson y Ana Rosa Flores, sus leales comparsas en la aventura de crear libros para que los chilenos y chilenas aprendiéramos más. Este libro fue publicado en enero de 2015, pero su idea se forja en 1982 y durante 33 años estuvieron juntando elementos, fotos, información, para entregar un maravilloso producto que revela parte importante del milagro del Desierto Florido, un oximorón, ya que como ella misma lo define, es una contradicción en sí mismo: ya que “un desierto se relaciona con la aridez, con la falta de agua, y por lo tanto con la NO vida. ¿Cómo puede florecer un desierto?”.

Sabemos que se le harán muchos homenajes, todos merecidos, por cierto; pero atendamos sus sueños y agreguemos otros: en primer lugar, debería materializarse la creación del Parque Natural Ancalao y convertirse en un activo punto de educación ambiental activa con enfoque hacia el cambio de actitud de la sociedad chilena; es decir una educación ambiental efectiva.

Deberían volver a imprimirse sus libros, sobre todo Margarita Flores y el de la Tragedia del Bosque Chileno. Quizás una sala del Museo de Historia Natural debería llevar su nombre.

Y debería crearse de una vez por todas, la categoría de Bosques Catedrales, categoría que ella creó para resaltar el valor de lo intangible, el valor de aquello que no es posible asignarle un precio, porque son equivalentes a una Capilla Sixtina de la Naturaleza.

En algún lugar hoy seguramente se sienta a conversar con Claudio Donoso Zegers, con Hernán Contreras Manfredi, con Rafael Elizalde McClure, con Rodulfo Amando Philippi, con Carlos Muños Pizarro y con todos y todas quienes la precedieron en esta maravillosa tarea de hacernos comprender y amar la Naturaleza.

Gracias Adriana Hoffmann Jacoby por visitarnos y dejar parte importante de tu vida con nosotros.

Texto preparado por el socio Alberto Peña Cornejo desde Copiapó

Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo

21 de marzo de 2022

[1] https://www.terram.cl/2017/11/la-urgencia-de-adriana-hoffmann/

[2] https://www.casadelapaz.cl/wp-content/uploads/2018/08/Margarita_flores.pdf

[3] https://fundacioncosmos.cl/noticias/avanzando-centro-educacion-ambiental-parque-natural-cantalao/