OPINIÓN: Bosques y Política Pública

 

Día del Medio Ambiente

Por Jennifer Valpreda, directora ejecutiva de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo
Este 5 de junio, como cada año, se conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha que debiera ser mucho más que un hito simbólico. En un contexto de crisis climática, pérdida acelerada de biodiversidad y crecientes conflictos por el uso del territorio, resulta indispensable preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo realmente por nuestros ecosistemas más valiosos? En Chile, esta interrogante debe mirar con especial atención hacia nuestros bosques nativos.

El presidente Gabriel Boric, en su reciente cuenta pública, mencionó con fuerza el compromiso del gobierno con la transición ecológica justa y la necesidad de avanzar hacia una economía sostenible. A pesar de algunos anuncios relevantes en materia ambiental, como la creación de nuevas áreas protegidas o el impulso de energías limpias, la protección de los bosques y matorrales nativos sigue estando en una posición secundaria dentro de la agenda presidencial.

Los bosques y matorrales nativos cumplen un rol insustituible: son reservorios de biodiversidad, reguladores del ciclo hidrológico, sumideros de carbono y, en muchos casos, sustento cultural y económico de comunidades locales. Sin embargo, siguen amenazados por la expansión de monocultivos forestales, la expansión inmobiliaria, la fragmentación de las formaciones vegetacionales por instalación de infraestructura, la falta de fomento a través de políticas públicas, los incendios —agravados por el cambio climático— y una institucionalidad forestal desarticulada, entre otros.

En este escenario, la voz de la sociedad civil y de organizaciones expertas como la Agrupación de Ingenieros(as) Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN) resulta crucial. Desde hace más de dos décadas, esta agrupación ha sido una voz técnica, ética y decidida en defensa del bosque y matorral nativo y sus funciones ecosistémicas. Su trabajo ha ayudado a visibilizar las falencias de políticas forestales centradas en la rentabilidad económica, y ha propuesto alternativas concretas de restauración ecológica, ordenamiento territorial y manejo sustentable.

La AIFBN ha señalado con claridad la necesidad de una nueva gobernanza forestal, con un enfoque integral que supere la lógica extractiva, y que no vea a las comunidades como sujetos aislados de la naturaleza, sino como parte de ella. Que se reconozca el valor intrínseco del bosque y matorral nativo. Durante años hemos exigido la implementación efectiva de la Ley de Recuperación del Bosque Nativo (20.283), muchas veces ignorada o minimizada, y hemos sido críticos ante la falta de voluntad política para transformar la institucionalidad forestal heredada, cuya visión productivista sigue predominando, incluso dentro de organismos públicos. Hoy contamos con un nuevo servicio forestal que viene a reemplazar a la Conaf. Esperamos que cuente con los recursos, voz y coordinación con otros servicios del agro y especialmente del Ministerio de Medio Ambiente para que toda esta transformación haya valido la pena.

Si el gobierno del actual presidente y de los y las que vienen quieren estar a la altura de sus propios discursos ecologistas, debe tomarse en serio la protección y el manejo sustentable de los bosques y matorrales nativos. Esto implica pasar de los anuncios a las acciones: aumentar significativamente el financiamiento para la restauración ecológica efectiva, reconocer y apoyar el manejo forestal comunitario, frenar el avance de las plantaciones industriales y la expansión inmobiliaria en zonas de alto valor ecológico y coordinar y fortalecer las estructuras institucionales y sus instrumentos de regulación que hoy no permiten detener la destrucción y degradación de los bosques y matorrales nativos.

El Día del Medio Ambiente es una oportunidad para reflexionar, pero también para exigir coherencia. No hay transición ecológica posible sin bosques y matorrales nativos sanos, protegidos y bien manejados. Esto no sólo es una muestra de sensatez política; es una necesidad urgente para garantizar un futuro habitable y justo para todos.