Por Jennifer Romero
Directora ejecutiva AIFBN
Publicada el 1 de septiembre de 2020 en El Desconcierto
El traspaso de la estructura del Sistema Nacional de Certificación de Leña (SNCL) al Ministerio de Energía y la adopción de un Sello de Calidad de Leña en cuanto al origen sustentable de esta, muestra que cuando el Estado adopta como política pública una iniciativa ideada y ejecutada desde la sociedad civil es posible avanzar en el camino correcto.
El pasado 28 de agosto ocurrió un hito importante y un tanto desapercibido para la sociedad en general: el Estado adoptó como política pública una iniciativa ideada y ejecutada desde la sociedad civil.
Se trata del traspaso de la estructura del Sistema Nacional de Certificación de Leña (SNCL) al Ministerio de Energía a través de su Agencia de Sostenibilidad Energética.
Este sistema otorga un sello de calidad a comerciantes de leña, de modo que cumplan estándares en cuanto al origen sustentable de la leña, cumplimiento de la legislación vigente, alta calidad del producto (“leña seca”), y adecuada información al consumidor.
Todo esto, con la intención de contribuir a disminuir la degradación de los bosques que han estado sometidos a extracción de árboles saludables y de buena calidad para ser usados como leña (dejando en pie aquellos enfermos, más inaccesibles y especies menos cotizadas), reducir la contaminación atmosférica, proveer trabajo digno, y dar garantías del producto comprado a los consumidores.
Los primeros pasos hacia la creación de este sistema se dieron desde Valdivia, hace 18 años, desde la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo.
En diciembre del 2003 se puso en práctica un proyecto piloto en dicha ciudad sumando a otras organizaciones de la sociedad civil, el municipio, el gobierno provincial, la Universidad Austral y otras instituciones; los dos años siguientes se crearon los estándares de certificación y ya en 2006 empezaba a operar este sistema en una combinación de organismos públicos y privados en 6 regiones de Chile (Maule, Biobío, Araucanía, Los Ríos, Los Lagos y Aysén).
En 2007, gracias a un importante segundo financiamiento externo conseguido nuevamente desde la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, se logra expandir, consolidar y fortalecer esta iniciativa, acompañada de una importante campaña de difusión y educación ambiental.
Recientemente se firmó un acuerdo entre el organismo que administra el Sistema (SNCL) y la Agencia de Sostenibilidad Energética del Ministerio de Energía para brindar apoyo técnico en el proceso de implementación del “Sello de Calidad de Leña”, aportando la experiencia y aprendizajes logrados en todos estos años.
El proceso contempla el nacimiento de un nuevo “Sello Estatal”, siendo los primeros comerciantes acreditados por ese sello aquellos que ya poseen el sello de certificación (SNCL), esto representa la concreción de un objetivo fundacional: “Que el Estado tome su experiencia, la reconozca e implemente como parte de una política pública”.
No fue un camino fácil y requirió de decidido esfuerzo y perseverancia de muchas personas. Ha sido un largo trecho el instaurar el tema del uso de combustibles de la madera y sus implicancias como una prioridad País, en circunstancias que la leña (sin contar otros combustibles de madera como carbón, briquetas, pellets, aserrín y desechos) es una fuente de primera necesidad para calefacción y cocina, siendo el segundo componente de mayor relevancia en la matriz energética después del petróleo.
La leña es el principal energético para calefacción de las ciudades del sur de Chile hasta la Región de Aysén. Lamentablemente, y pese a los esfuerzos descritos, la leña es aún es una alta fuente emisora de contaminantes, al ser utilizada húmeda y en equipos de calefacción ineficientes, agravado por las condiciones deficientes de aislación térmica de las construcciones.
Los programas de gobierno en materia de mejoramiento de viviendas y recambio de equipos están muy lejos de contribuir significativamente a una solución.
Igualmente, la declaración de la leña y otros como “combustible” es una discusión estancada en el parlamento. Si fueran declarados como tal, podrían ser regulados muchísimo mejor al igual que otros combustibles, como los derivados de petróleo.
La necesidad de energía para calefacción a nivel domiciliario es urgente. Por ejemplo, 49% de las viviendas de Valdivia se encuentra en condiciones de “pobreza energética”, lo que quiere decir que en esos hogares no se alcanza a mantener temperaturas suficientes que permitan mantener la adecuada salud de las personas.
Este año se ha terminado la oferta de pellets de madera en las regiones del centro y sur del país, y el actual paro de camiones está generando desabastecimiento de parafina.
En este escenario, es innegable el rol fundamental de la leña para suplir las necesidades energéticas. El uso de este combustible local asegura soberanía e independencia energética (al contrario de los combustibles derivados del petróleo) y es una fuente renovable si se extrae y consume en forma regulada (ídem).
Celebramos la adopción de este sistema de certificación como política pública, y destacamos nuevamente el origen de todo esto, que es la acción decidida y organizada de la sociedad civil.
Instamos al gobierno a seguir construyendo camino, y tomar medidas más amplias para dar solución a la necesidad energética residencial, basada en fuentes renovables y locales como la leña y otros combustibles de madera, especialmente en el escenario de cambio climático que vivimos, en que el rol de los bosques es fundamental para la mantención de los ciclos del agua, de los suelos y de la biodiversidad, y en el que necesitamos distanciarnos de combustibles fósiles y asegurar nuestra soberanía energética en el marco de un nuevo modelo forestal.
Publicado en El Desconcierto
01 de Septiembre de 2020