Los ecosistemas forestales nativos son fundamentales para contribuir a la captura y almacenaje del CO2 excedente en la atmósfera. Así lo demuestran numerosos estudios científicos a nivel mundial. No obstante, esto parece no estar tan claro en Chile, país organizador de la COP 25 este año. Con preocupación se observa la invisibilización del rol de los ecosistemas forestales nativos para absorber y almacenar el CO2 atmosférico, y de su contribución para reducir el aumento de la temperatura. Se ha generado un escenario de confusión en los tomadores de decisiones y la población sobre cuál es el camino correcto que se debe tomar.

La confusión se ve en la presión mediática de grupos que promueven los monocultivos forestales intensivos como la única respuesta adecuada, reflejada en la jornada de la Comisión Desafíos del Futuro, Ciencia, Tecnología e Innovación, del Senado, donde se expuso el tema Chile, Potencia Mundial Forestal Siglo XXI. Esto, a pesar de que los monocultivos forestales intensivos carecen de los componentes clave de mitigación de cambio climático, de protección de la biodiversidad, y porque han perdido su viabilidad técnica, social y económica como consecuencia de los cambios del clima. Esto lo demuestran tanto estudios globales como también el desastroso escenario del megaincendio ocurrido en 2017 y la decisión de mover el límite norte de las plantaciones comercialmente viables al sur del río Mataquito.

La presión mediática no refleja importantes informaciones recientes: estudios científicos publicados en revistas como Nature, Science, Plus One y otras, así como en estudios realizados en Chile, destacan la restauración de ecosistemas forestales nativos como la solución más eficaz disponible para mitigar el cambio climático, en relación a otros usos del suelo. Según Nature, en promedio de acumulación de CO2, los bosques naturales son 6 veces más eficientes que el cultivo agroforestal y 40 veces más eficientes que las plantaciones forestales para almacenar CO2. Algunos medios desvirtúan el mensaje promoviendo sólo plantaciones de árboles, sin reflejar lo recomendado por los científicos.

Autores como Bastin et al, 2019, han identificado el potencial global para mejorar la cobertura del dosel arbóreo en base a las variaciones de los niveles naturales de cobertura arbórea, con implicaciones inmediatas para la restauración de la cobertura forestal. Escenarios de sondeos que evalúan cómo el cambio climático futuro afectará la cobertura del dosel global enfatizan la urgencia de actuar ahora, porque las adaptaciones de los bosques al cambio climático ya están en marcha y serán cada vez más pronunciadas.

Los autores destacan que esta urgencia por restaurar la cobertura arbórea no justifica aplicar soluciones de corto plazo que después no tienen resultados ambiental y socialmente beneficiosos en el largo plazo. La evaluación de la capacidad biofísica para restaurar la cobertura arbórea global proporciona la base necesaria, pero no suficiente, para evaluar dónde y cómo es viable aumentar la cobertura arbórea.

La manera y el lugar en que se cultivan los árboles determinan quienes se benefician. En algunos casos, aumentar la cobertura arbórea puede elevar el riesgo de incendio, disminuir el suministro de agua y dañar los cultivos por la fauna silvestre. Los programas de reforestación a menudo favorecen las plantaciones de una sola especie en detrimento de la restauración de ecosistemas de bosque nativo. Este enfoque puede generar consecuencias negativas para el almacenaje de carbono y la biodiversidad (Lewis et al., 2019 ), amenazar la seguridad alimentaria y la disponibilidad de terrenos de cultivos y exacerbar las desigualdades sociales. La forma en que se administran los terrenos restaurados determina cómo se distribuyen los costos directos e indirectos de la reforestación y sus beneficios (Chazdon, R. & Brancalion, P., 2019).

Sin considerar estos aspectos ambientales y sociales, los esfuerzos por aumentar rápidamente la cobertura arbórea probablemente serán ineficaces a largo plazo. Parece poco probable lograr objetivos de restauración de gran escala, sin directrices prácticas y herramientas de alineación institucional, mecanismos de rendición de cuentas y una base de evidencia sólida (Chazdon, R. et al., 2019).

La restauración de bosques y paisajes debe hacerse con un enfoque holístico; su objetivo es equilibrar diversos tipos de cobertura arbórea para lograr beneficios múltiples, basados en el contexto socioecológico local y la participación de las partes interesadas. Este enfoque de paisaje es vital para alcanzar las escalas globales necesarias para revertir los efectos de la deforestación y de la degradación de la tierra.

La política forestal chilena apunta a restaurar 500.000 ha de ecosistemas degradados o fragmentados (CONAF, 2015), lo que representa un gran desafío en términos de gobernanza, implementación y monitoreo de largo plazo (Bannister, et al., 2018 ). Para ello se requiere un plan estratégico nacional de restauración del paisaje forestal, con objetivos de mediano y largo plazo (Bannister, et al., 2018), incluyendo priorizar la asignación de recursos, así como la promoción de subsidios económicos para restauración considerando diferentes tipos de ecosistemas forestales (Bannister, et al., 2018) entre otros aspectos técnicos que se han mencionado.

Chile está considerado uno de los países más vulnerables del mundo en esta emergencia climática, y se requiere tomar medidas urgentes en todos los sectores, en especial el forestal. Para poder recomendar una variedad de soluciones, adecuadas a las condiciones de cada sitio (entre otros factores), se debe considerar cuidadosamente la escala del esfuerzo forestal para responder a la emergencia climática, la diversidad y estado de las formaciones vegetales nativas, el hecho que las rotaciones forestales involucran largos plazos y el tiempo que tomará empezar a poner en práctica las medidas. Se requiere de un programa nacional de actividades prioritarias y escalonadas en un largo plazo, considerando que los cambios del clima pueden alterar los esfuerzos de restauración forestal. No hay soluciones únicas sino un conjunto de ellas, pero algunas como la restauración de ecosistemas, pueden ser mucho más eficaces.

Control de la deforestación

Es evidente que lo primero es mantener y proteger la vegetación nativa existente que ya tiene carbono almacenado, por lo que se requieren medidas urgentes para controlar la deforestación a escala nacional en forma mucho más estricta. Esto sería una primera gran contribución al almacenaje de carbono. Para lograr ese objetivo, se requiere de un servicio forestal con más atribuciones legales y capacidad para controlar la deforestación causada por actividades extractivas (minería, corta indiscriminada de árboles y vegetación, gente y animales en el bosque, etc.), agricultura, urbanismo y otras actividades humanas, apoyado por los gobiernos locales y el central, con una ciudadanía bien informada y participativa.

Restauración de ecosistemas

Facilitar la regeneración natural es una alternativa ampliamente discutida para reforestar grandes áreas deforestadas (Chazdon y Uriarte, 2016 ; Holl, 2017). La regeneración natural es atractiva porque reduce los costos y soluciona problemas de abastecimiento de semillas y de selección de las especies adecuadas al sitio (Nunes et al., 2017 ). Los bosques resultantes de la regeneración natural pueden recuperar considerablemente muchos servicios de los ecosistemas y su funcionalidad. Pero la regeneración natural puede no ocurrir en todos los sitios y la diversidad presente puede ser limitada, según el contexto de la historia y el paisaje del sitio. Esto puede ser problemático en paisajes que son críticos para la mejora del funcionamiento de los ecosistemas. Además, la regeneración natural puede ser difícil de proteger tiempo suficiente para que sea eficaz ya que muchos en la comunidad pueden ver estos sitios no como rebrote de bosques sino como baldíos y por lo tanto disponible para otros propósitos (Lamb, 2014 ).

Plantaciones con especies nativas

En los últimos años, los programas globales de reforestación han ampliado sus objetivos más allá de producir madera, incluyendo conservar la biodiversidad y aumentar el suministro de servicios de los ecosistemas. Este cambio de paradigma se producirá en Chile, en parte, forzado por los cambios acelerados del clima (sequías) y, por otra, por la presión de la población, un nuevo paradigma implica diseñar nuevas formas de reforestación para lograr estas aspiraciones.

A escala global: “Las plantaciones monoespecíficas pueden proporcionar algunos servicios ecosistémicos dependiendo de la especie, la intensidad del manejo y la duración de la rotación” (Brockerhoff et al. , 2008), pero su capacidad para generar muchos de los servicios ecosistémicos que ahora se buscan, es probable que siga siendo modesta. Los monocultivos seguirán desempeñando un papel en programas de reforestación en el futuro, pero también son necesarias otras opciones” (Lamb, 2018 ).

La plantación masiva de árboles tiene restricciones de ejecución, en términos de tiempo y costo en la producción de plantas (bosques nativos es lo recomendado por el Desafío de Bonn). Paralelamente, las actividades de restauración, dependiendo de cada caso, pueden ser más factibles en términos económicos, donde, a través de un manejo que se oriente no solamente hacia las plantaciones masivas, se logre reducir la fragmentación, recuperar la biodiversidad, sanidad, crecimiento y cobertura de millones de hectáreas de ecosistemas forestales nativos con avanzado estado de degradación. Muchas acciones de manejo, tales como la restauración pasiva pueden ser utilizadas para este fin. Por ejemplo, hay evidencias de la capacidad del bosque esclerófilo de recolonizar áreas degradadas y existen grandes superficies degradadas en Chile central, estudios destacan el potencial no explorado de restauración pasiva del bosque esclerófilo.

Limitaciones de las plantaciones de monocultivos forestales de gran escala

Para mitigar los efectos del cambio climático, proteger la biodiversidad y otros servicios ecosistémicos, la plantación intensiva es la opción menos eficaz, al no reconocer los cambios que la han menoscabado ni la urgencia climática. Las empresas forestales han reconocido la disminución del crecimiento en volumen de madera (y por ende de carbono almacenado) producto de las sequías, al desplazar el límite norte de las plantaciones comercialmente viables al sur del río Mataquito. Pero además, el paradigma ha cambiado: plantar con fines de almacenaje de carbono requiere árboles que permanezcan en pie el mayor tiempo posible para así mantener el carbono almacenado y esto no lo puede cumplir el negocio forestal actual con talas rasas de ciclos cortos que devuelven la mayor parte del carbono a la atmósfera en poco tiempo.

Basta observar experiencias alrededor del mundo, donde varios gerentes forestales apuestan por nuevos enfoques para las plantaciones forestales, regulando las rotaciones y métodos de manejo, manejando bosques más diversos y que son más resistentes a los efectos cambiantes del clima (Pawson, S.W. et al., 2013 ). En la actualidad, el límite norte para las plantaciones forestales comercialmente viables en Chile ha sido desplazado al sur del río Mataquito, ya que se ha evidenciado la disminución del crecimiento de los árboles de plantaciones al norte de este límite geográfico, lo que refleja que las condiciones para aplicar el modelo de plantaciones forestales conocido están muy alteradas y se requiere de cambios drásticos.

Considerar la restauración como un sistema permite, además, administrar los mecanismos apropiados para movilizar recursos de manera rentable. Uno de estos mecanismos es utilizar la mejor información espacial disponible para identificar las áreas donde se intersectan los resultados más beneficiosos y factibles de restauración. Bastin et al, 2019 demuestran claramente que tenemos una estrecha ventana de tiempo para restaurar la cobertura forestal mundial. Tenemos que actuar con rapidez, inteligentemente, en forma holística y global. Para hacerlo se requerirá aplicar los sistemas de restauración donde se necesitan nuevos tipos de cobertura del dosel.

Recientemente, se ha comunicado que Chile suscribirá un nuevo compromiso de reducción de emisiones de carbono (NDC), el que será presentado de manera pública durante el mes de septiembre. La Oficina de Cambio Climático del MMA ha informado que los compromisos de Chile son principalmente relativos a aumentar las superficies con bosque nativo con el objetivo de mantenerlas en el tiempo para lograr un almacenaje de carbono perdurable.

En este sentido, se espera que este compromiso sea serio y coherente con las investigaciones y acciones que se están realizando a nivel mundial, las que se orientan en aumentar la superficie de ecosistemas forestales nativos, trascendiendo más allá de realizar plantaciones masivas, implementando el manejo forestal de los bosques nativos a largo plazo, para lograr el establecimiento y recuperación de ecosistemas y, en consecuencia, lograr un almacenaje de carbono en gran escala.