El 22 de enero se anunció la creación de un proyecto de ley que crea el Ministerio de Agricultura, Alimentos y Desarrollo Rural. En esa instancia, el Presidente y el Ministro de Agricultura manifestaron “modernizar y fortalecer el sector agroalimentario con una institucionalidad más sustentable y comprometida socialmente” y “Chile va a ser una potencia agroalimentaria”. Pareciera ser un buen proyecto, pero en realidad fortalece el modelo actual de agronegocios.
“Chile potencia agroalimentaria”, es la definición de un país meramente exportador y productor de materias primas, y no de uno que de seguridad alimentaria[1]. En contexto de pandemia y frente a las emergencias climáticas, hídricas y sociales, el Ministerio debería ocuparse de la seguridad alimentaria y ambiental, para generar condiciones que protejan a la población. Este proyecto de ley es de carácter compulsivo[2], y poco tiene de modernidad.
El sector forestal también es parte del Ministerio, y en este proyecto de ley no se menciona su modernización; incluso es minimizado. El desafío sólo es responder a la creciente demanda de madera. Se indica que una hectárea de plantaciones equivale a 20 de bosque nativo en cuanto a volumen de producción. ¿Qué se intenta decir? Que al sector forestal se le concibe sólo como fuente de madera de monocultivos de plantaciones de rápido crecimiento. Se subentiende que el bosque nativo no es relevante por no ser atractivo para exportación, y que podría eliminarse para desarrollar cultivos, como ha quedado expuesto en la virulenta respuesta del sector agrícola ante el dictamen de Contraloría que impide dicha práctica[3], y que ha implicado la pérdida de más de 20.000 hectáreas en los últimos 10 años.
En este proyecto, la “conservación” está orientada al almacenamiento de los alimentos y mejoramiento de los recursos genéticos; una evidente mirada economicista enfocada en un selectivo grupo de productos rentables en el mercado internacional.
Indirectamente, además, el Ministerio se está deshaciendo de responsabilidad de conservación de los ecosistemas nativos, abandonando la opción de generar empleos mediante la restauración de millones de hectáreas degradadas, fundamentales para la captura de largo plazo de Carbono y con potencial de producir beneficios económicos y no económicos, como la mantención de la biodiversidad, la recreación y la cultura. El traspaso de esta función al Ministerio de Medioambiente tampoco garantizaría mayor protección, ya que en él las decisiones pasan por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, cuyo propósito principal es la regulación de la inversión antes que la conservación. Un ejemplo de ello es el intento reiterado de aprobar megaproyectos dentro de áreas protegidas.
En este proyecto ni siquiera se propone una estructura estatal para el sector forestal. Hasta hoy, no se cuenta con un Servicio Nacional Forestal público y fortalecido, lo que es inconcebible contemplando la relevancia del sector ante el cambio climático, señalado en instancias internacionales como la COP25 donde Chile tiene la Presidencia de Cambio Climático. El Ministerio de Agricultura validó la creación de dos Consejos Consultivos para el sector forestal[4], compuestos por personas pertenecientes al sector público y privado, académico, sociedad civil, comunidades rurales y comunidades indígenas. Si no se les consultó sobre esto, ¿de qué sirve el desarrollo de la Política Forestal 2015-2035 impulsada por el mismo Ministerio?, ¿O que el sector forestal lidere hace casi 10 años la Estrategia Nacional de Cambio Climático y Recursos Vegetacionales? Simplemente incomprensible.
No es el momento de impulsar un proyecto que sostiene los mismos paradigmas de las últimas décadas. Si el gobierno busca avanzar “hacia una institucionalidad más sustentable y comprometida socialmente”, debería fortalecer el sector forestal, clave en la propuesta de “NDCs” (Contribuciones Nacionales Determinadas, que determinan cómo capturar más Carbono en el corto plazo) que ellos elaboraron. ¿Cómo reducimos la destrucción y recuperamos las miles de hectáreas degradadas de bosque y matorral nativo?, ¿Cómo contribuye un Servicio Nacional Forestal público y fortalecido ante el Cambio Climático? ¿Es necesaria la independencia del sector forestal y creación de un Ministerio de Bosques y Agua? Son preguntas a resolver con urgencia pues la población está sufriendo las consecuencias de la extracción desmedida y del Cambio Climático.
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[1] La seguridad alimentaria se da cuando todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable. Disponible en: http://www.fao.org/3/al936s/al936s00.pdf
[2] José Bengoa en su libro “La Comunidad Reclamada” indica que la Modernización compulsiva, es la sobrevaloración de los procesos materiales de modernización, por sobre otros aspectos. Un país puede “modernizarse” mucho: muchas carreteras, bienes materiales, etc., sin llegar a ser moderno, más aún, siendo extraordinariamente reaccionario, conservador e incluso antimoderno en sus relaciones personales y sociales.
[4] Consejo de Política Forestal y el Consejo Consultivo de la Ley de Bosque Nativo.
Publicado el 2 de junio de 2020 en El Desconcierto