Hace 30 años, el modelo de desarrollo chileno consideraba a los bosques y matorrales nativos como prescindibles dentro del paisaje, siendo fácilmente sustituidos por cultivos comerciales y proyectos de inversión. No existía una ley exclusiva que los protegiera, los mejorara y recuperara. Bajo esta demanda nace la Agrupación de Ingenieros(as) Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN), un pequeño grupo de académicos/as que creció hasta ser un gran grupo de personas dispuestas a incidir en la conservación de los ecosistemas nativos.
Tras 16 años de lucha se promulgó la Ley de Bosque Nativo, pero aún es insuficiente para frenar las amenazas que enfrentan los ecosistemas nativos, las que se desprenden de un modelo de crecimiento económico insustentable que desestima los riesgos de la crisis climática. En el contexto actual, estamos convencidos/as que nuestra tarea es imprescindible.
En 30 años nuestro trabajo no ha estado exento de dificultades, pero con mucho esfuerzo las hemos superado, obteniendo satisfactorias recompensas. ¿Vale la pena seguir peleando para cambiar la mirada del modelo de desarrollo? Por supuesto que sí. La defensa de los ecosistemas nativos es la defensa de la seguridad sanitaria, alimentaria, hídrica y, en síntesis, de la seguridad ambiental para el bienestar de la sociedad. Es el resguardo de la pertenencia, de la memoria y de la herencia.
En el andar muchas personas han contribuido a la lucha de esta organización; incluso algunas han partido de esta vida. Entendemos que nuestra existencia es una circunstancia, pero también que en la memoria las personas no mueren, el espíritu prevalece y las voluntades se heredan. El gran legado que nos han dejado nuestros(as) compañeros(as) es continuar. Seguiremos a pesar de todas las dificultades que se nos presenten.
Agradecemos a todas las personas que han reconocido nuestro trabajo durante todo este tiempo; nos alegra poder expresarnos libremente y sentir su respaldo. Nos comprometemos a seguir contribuyendo para mejorar la condición de los ecosistemas nativos, y para construir un modelo forestal consciente y justo, que permita enfrentar los desafíos climáticos, sociales y ambientales que los tiempos actuales nos presentan.