AIFBN y Núcleo Milenio AFOREST: COLABORACIÓN EN EL NORTE DE CHILE

Por Mariana Campos P. / Periodista AIFBN

Hace ya dos años que a través de la coordinación de nuestro socio Juan Pablo Contreras, que el capítulo norte de la AIFBN contribuye con el valioso trabajo investigativo que hace el Núcleo Milenio AFOREST de Ecología Histórica Aplicada para los Bosques Áridos de la zona norte del país. 

Desde el inicio la idea fue apoyar con conocimientos técnicos, teóricos y prácticos, con el fin de ayudar a levantar información relevante y necesaria para poner en valor y dar el lugar que corresponde en la gestión ambiental del Estado, a las zonas desérticas, áridas y semiáridas, espacios que han sido históricamente postergados por el sector forestal. 

Según nos cuenta Juan Pablo, tras todo este tiempo de trabajo, es posible identificar dos puntos que se hacen necesario mejorar o derechamente, modificar:  uno de los principales problemas estructurales que limitan el establecimiento de políticas públicas pertinentes a la realidad de las zonas áridas y semiáridas del norte del país, es por una parte, la falta de consideración de la situación actual de los ecosistemas vegetacionales y boscosos nativos representativos en la legislación forestal nacional vigente, así como la formulación de las políticas públicas e instrumentos de fomento y regulación sectorial, los que se han diseñado para la realidad territorial de la zona centro y sur del país”.  

Esto trae implícito, que lamentablemente “las particularidades territoriales en los ámbitos ambientales, económicos y especialmente socioculturales prácticamente no han sido consideradas, por ende tampoco ha sido reconocida la importancia histórica que han tenido los bosques nativos de la zona para los primeros asentamientos humanos y posteriormente para el propio desarrolla económico nacional durante el período del auge de la industria del salitre”, explica Contreras. 

POLÍTICAS PÚBLICAS FORESTALES EN DEUDA

¿Cómo hacer entonces para que de alguna manera este panorama cambie? 

Desde el Núcleo Milenio AFOREST y en conjunto con las apreciaciones que ha hecho el Consejo de Política Forestal, a través de la Comisión Temática de Zonas Áridas y Semiáridas, cuyo Secretario Técnico es nuestro socio Juan Pablo Contreras que actúa como profesional de la CONAF, se destaca el hecho de que en 2008 se incluyen las formaciones xerofíticas en la Ley de Bosque Nativo, lo que constituyó un avance importante, ya que por fin se daba valor de forma expresa en la legislación nacional, a las formaciones vegetacionales presentes en las zonas áridas y semiáridas del país (aproximadamente el 40% del territorio nacional). Sin embargo, el vacío se produce cuando la misma Ley y sus reglamentos dan un escaso tratamiento a las definiciones y estrategias de regulación y fomento para la protección y manejo sustentable de estas formaciones, siendo que estas entregan los mismos servicios ecosistémicos de los bosques nativos del sur del país y además son un elemento cultural trascendental para los pueblos originarios de la zona. Junto a esto, se hace imperativa la actualización del DS 68 publicado en 2009, ya que este solo contiene el 65% de las especies arbóreas de Chile y nada más que el 12% de las formaciones xerofíticas. Es decir, la ley casi no es aplicable en el norte chileno. Actualmente, el Consejo de Política Forestal está trabajando para ampliar estas cifras. 

Por otro lado, nos comenta Juan Pablo,  “los instrumentos de fomento no llegan al norte. Nunca han llegado. Esto porque están diseñados para la realidad centro sur del país y es evidente la necesidad de incorporar las realidades ambientales y socioculturales del norte y sus habitantes”. En este sentido la AIFBN, plantea que es necesario y urgente impulsar procesos de diálogo y articulación de los diferentes actores vinculados a los ecosistemas boscosos y vegetacionales xerófitos, especialmente entre el Estado y las comunidades indígenas que habitan los territorios desde tiempos ancestrales:  los pueblos aymaras, quechua, atacameñas o likan antai, collas y diaguitas entre las principales, así como con las comunidades campesinas en el caso de la región de Coquimbo. 

Igualmente relevante es la articulación del sector académico y los centros de investigación en torno a las brechas de conocimiento para la restauración y el manejo forestal en el actual escenario de cambio climático, con enfoques multidisciplinarios que permitan ir armonizando el conocimiento ancestral con las técnicas basadas en el conocimiento científico tradicional. 

CONCLUSIONES 

Tras prácticamente dos años de investigación transdisciplinaria de parte del Núcleo Milenio AFOREST, hoy es posible decir que alrededor del 90% de los bosques nativos y el 85% de las formaciones xerofíticas se encuentran dentro de territorios indígenas o en áreas de desarrollo indígena (ADis) dictaminadas en virtud de la Ley Indígena 19.253. Por ende, “es indispensable que el Estado incorpore pertinencia cultural a la legislación forestal nacional  y sus instrumentos de regulación y fomento, y diseñe en conjunto con los pueblos indígenas las políticas de protección y conservación”, indica Juan Pablo. “La visión que tienen los pueblos indígenas, y sus conocimientos ancestrales debieran ser rescatados y relevados en este proceso promoviendo un camino de diálogo efectivo con los pueblos originarios para el establecimiento de visiones de desarrollo territorial y objetivos comunes entorno a la mantención de la ruralidad propia del norte del país y de los ecosistemas vegetacionales y boscosos nativos asociados”, reflexiona.