La incidencia de la AIFBN en la creación del SERNAFOR

El 17 de abril, el Senado despachó por fin, el decreto que crea oficialmente el Servicio Nacional Forestal (SERNAFOR), ente público que reemplaza a lo que durante 52 años fue la Corporación Nacional Forestal (CONAF). Conversamos con Sergio Donoso, actual presidente de la Agrupación de Ingenieros(as) Forestales por el Bosque Nativo (AIFBN), quien ejerció de vocero ante ambas cámaras para transmitir las apreciaciones respecto al nuevo servicio. 

Por difusion@bosquenativo.cl

Desde que comenzó a tramitarse el texto (hace 8 años), la AIFBN siempre estuvo pendiente y dispuesta a ser parte de las mesas técnicas para hacer observaciones y sugerencias para la creación de este nuevo servicio, pues el fortalecimiento de la institucionalidad es uno de los aspectos claves para transitar hacia un nuevo modelo forestal. 

“A nuestro juicio era importante que la CONAF pasara a ser un servicio público.  Primero porque dada su condición de Corporación de derecho privado, si bien tenía ciertas ventajas respecto a cierto tipo de gestiones que podía hacer,esto era una anomalía dentro de la administración pública, pues era una corporación de derecho privado que administraba leyes y efectivamente tenía competencias como si hubiese sido servicio público. El Tribunal Constitucional ya había advertido a CONAF que no le iba a dar ninguna atribución más hasta que no se subsanara su condición jurídica. Es decir, había un conjunto de leyes o  iniciativas que no se podrían implementar dada esta anomalía jurídica”, nos relata Sergio Donoso.

“En segundo lugar, los funcionarios de la CONAF no tenían las potestades que tiene un funcionario público. Si hoy en día un funcionario del SAG detecta que se está cometiendo alguna infracción o una falta, él puede emitir una multa, siendo en el acto equivalente a un carabinero, pues la ley le da esa potestad. Los funcionarios de CONAF no tenían esa potestad, podían sacar multa pero ex post. Ahí había una gran limitación. Otro aspecto que hacía necesario que CONAF pasara a ser un servicio público es porque el SERNAFOR tiene claramente identificados cuáles van a ser sus funciones. El SERNAFOR está de alguna manera avalado como entidad para desarrollar políticas públicas e implementar planes y programas, pues ya es una entidad pública en pleno derecho”, explica Donoso. 

¿Cómo es que se involucra la AIFBN en esta discusión?

La AIFBN se involucró en esto de forma temprana en el primer trámite, cuando se discutió en la Cámara de Diputados. Fuimos en más de alguna ocasión a la Cámara, por lo que comenzamos a tener incidencia sobre la discusión de la nueva institucionalidad. Esto porque también nos interesaba mucho lo que estaba pasando con el SBAP, ya que estos dos servicios se iban a tramitar de forma paralela y era necesario que fueran plenamente complementarios, que estuvieran muy bien alineados, estructurados y que no hubiera superposición ni competencia ni conflicto entre ambas. 

¿Cuál fue el punto más difícil de todo el proceso?

Yo diría que la mayor divergencia se generó cuando -ya teniendo claro qué es lo que iba a desarrollar el SBAP- había que definir con claridad cuáles iban a ser los objetos y las funciones que iba a tener SERNAFOR. Era evidente que el SBAP quería gestionar las áreas privadas tanto terrestres como marinas y adicionalmente dejaba muy claro que los humedales catastrados eran de su tuición. Pero el resto era muy difuso porque en la declaración decía que iba a regular algunas especies y ecosistemas, pero después cuando revisabas el articulado no había cosas concretas. Entonces como AIFBN lo que planteamos fue indicar que no deberían haber objetos que no estuvieran protegidos y ahí indicamos que todo lo que no tomaba el SBAP, lo debía tomar SERNAFOR. Ahí aparecieron los bosques, los matorrales, las formaciones xerofíticas, los humedales que no estuvieran catastrados… esto fue muy importante para que estos espacios no quedaran en tierra de nadie.  Hicimos una larga descripción de lo que el nuevo SERNAFOR iba a tener a su haber y se logró un acuerdo. Esto no fue fácil porque quien tenía una mirada muy distinta y una resistencia a esto era el Gobierno. Para el Ejecutivo era funcional que quedaran espacios en esta nebulosa, porque la discusión podía quedar para más adelante. Sin embargo, nosotros veíamos esto como algo nefasto. Finalmente se logró un acuerdo y fue con mucha argumentación de nuestra parte. El Ejecutivo tuvo que aceptar que los objetos que detallamos quedaban bajo la tuición de SERNAFOR. 

Luego de toda esta argumentación, ¿qué vino después?

Venían las funciones y posteriormente una descripción de ellas.  Dentro de esas funciones había una que decía que ciertos planes y proyectos que iba a presentar el SBAP debían ser visados por el SERNAFOR. Pero ahí nosotros pusimos el punto de que no tenía mucho sentido solamente poner una rúbrica: eso tenía que tener algún tipo de efecto y ahí fue cuando se definió que esto tendría un carácter vinculante. Hubo una tensión grande entonces porque el SBAP sentía que estaba perdiendo atribuciones. Pero lo que hicimos fue dejar mucho más claros los límites entre ambos servicios.  

 

¿Cómo se hizo efectiva esta participación de la AIFBN en el proceso? 

Se armaron comisiones técnicas donde se discutieron estos aspectos que son muy áridos. Una palabra cambia el sentido y desde esa mirada yo te podría decir que dentro del sector forestal no habían grandes diferencias. En más de una oportunidad tiramos la broma de que la AIFBN no tenía una diferencia sustancial con el Colegio de Ingenieros Forestales. Pasó finalmente que había consonancia en lo que eran las propuestas (de ambos servicios) y creo que esa consonancia es la que hizo que el Ejecutivo no pudiera dejar este espacio de ambigüedad. En todas estas argumentaciones estábamos con socios como Pablo Parra, Alberto Peña, Leonardo Moder… personas que efectivamente estuvieron muy involucradas en la discusión y lo hicieron con un profundo cariño y gran interés. 

 

¿Cómo crees que quedó -a tu juicio- el texto final que se promulgó?

Es un texto razonable. No es perfecto, pero como muchos cuerpos legales, en su desarrollo se van a ir viendo cuáles son los aspectos a mejorar. ¿Cuál es la gracia que tiene el SERNAFOR respecto del SBAP? Es que básicamente SERNAFOR va a continuar muchas cosas de lo que ha hecho CONAF, entonces no hay que inventar la rueda. Va a tener mucha más claridad respecto al desarrollo de ciertos instrumentos en términos legales, en términos de norma. Yo creo que lo más importante es que se abre la puerta para comenzar a generar un conjunto de cuerpos legales que permitan ir resolviendo aspectos que han estado congelados en el tiempo. Uno de ellos la modificación de la Ley de Bosque Nativo (Ley N°20.283), otro es la generación de una nueva Ley de Fomento Forestal con una mirada distinta… entonces yo lo veo como una oportunidad para efectivamente hacer un aggiornamiento de un conjunto de leyes y de la institucionalidad forestal. 

 

¿Podríamos decir que Chile cuenta ahora con un servicio público nuevo que sirva efectivamente para modernizar el sector forestal y enfrentar los desafíos de la crisis climática?

Creo que se pusieron las condiciones adecuadas para abordar ese desafío.  Es como un punto de partida, pero yo no descorcharía champaña. El tiempo enseña que tomarse las manitos y levantarlas y felicitarse a veces solamente queda en un acto simbólico. Lo que está claro es que hay que monitorear en el tiempo, para que efectivamente se avance de buena forma, con buenas políticas públicas que respondan a las necesidades del país, de las comunidades de las personas y del conjunto de quienes vivimos en este territorio.