Por Pablo Donoso Hiriart – Director AIFBN, en colaboración don Fundación FES Chile
Publicada el 28 de septiembre de 2021 en El Desconcierto
Foto: Matt Palmer, Unsplash
Los bosques son ecosistemas que cumplen muchos roles sociales, ambientales y económicos, y están entre las mejores soluciones basadas en la naturaleza para mitigar el cambio climático por la capacidad que tienen para capturar y secuestrar carbono. Los que más secuestran carbono son los bosques adultos, aproximadamente la mitad en los árboles y la otra mitad en el suelo. Los que más capturan, sin embargo, son aquellos jóvenes (en la escala de la longevidad de los árboles).
Los bosques adultos hoy son escasos en el centro-sur de Chile, y son más abundantes en la Patagonia chilena. Los bosques jóvenes (que conocemos como renovales) son abundantes en la zona centro-sur, donde también lo son los bosques degradados y las áreas abiertas de aptitud preferente para sustentar bosques (y no actividades agrícolas). Esas áreas abiertas también son abundantes (entre 2 y 3 millones de hectáreas) en la Región de Aysén, por los incendios de la primera mitad del siglo XX. Ante este escenario, en Chile existen principalmente 3 posibilidades para incrementar el rol de los bosques para mitigar el cambio climático: preservar, manejar y plantar.
Preservar los bosques adultos puede ser un escenario ideal, en un mundo en que las y los dueños de esos bosques no viven de la madera, leña y otros bienes que pueden obtener de estos para sostener sus economías familiares, o no sustentan un negocio basado en las maderas valiosas. En cualquier caso, efectivamente Chile puede preservar una superficie significativa de sus bosques adultos, especialmente en áreas silvestres protegidas. Donde hay presión de uso de los bosques, adultos o renovales, hay dos opciones, se manejan con técnicas silviculturales científicamente respaldadas, o se les extrae la crema, lo mejor, la flor, es decir, se “florean” y degradan.
Este manejo silvicultural de base ecológica ayuda a incrementar los bienes, por ejemplo: madera para la construcción o biomasa para energía; y los servicios que los bosques pueden proveer, como agua, turismo, captura y secuestro de carbono, entre otros; y acelera la transformación de bosques más simples a bosques más complejos y de mayor valor ambiental. Los bosques degradados, que lo están por haber sido mal intervenidos, deben manejarse para que vuelvan a tener valor económico, ambiental, social y cultural. En este proceso de recuperación mediante manejo, las plantaciones con especies nativas, junto a otras técnicas, son fundamentales para revalorizar estos bosques, en un sentido amplio.
Finalmente, hay otro gran espacio para las plantaciones dentro de los esfuerzos para mitigar el cambio climático, que es establecerlas en áreas o terrenos de aptitud forestal que fueron deforestadas, que son millones de hectáreas. Estas plantaciones, idealmente deben hacerse con especies nativas, que logran sobrevivir y crecer bien cuando son establecidas a plena luz, por ejemplo: el quillay, roble, coihue, raulí, entre otras (menos de 10 especies en todo caso). Estas plantaciones deben tener como objetivo facilitar el desarrollo de bosques mixtos en el tiempo, y ojalá bosques adultos que podrán ser preservados o manejados en el futuro, según las condiciones de propiedad y las prioridades del contexto.
La idea de restauración de bosques nativos aparece reiteradamente como prioridad para mitigar el cambio climático, pero creemos que es importante tener en la palestra las distintas opciones existentes, que incluyen, como se dijo arriba, de preservar, manejar y plantar, donde las plantaciones con especies nativas pueden jugar un rol clave para recuperar bosques degradados o áreas deforestadas. Estas son opciones relativas a cómo los bosques (presentes y futuros) pueden mitigar el cambio climático, ello junto a un creciente uso de la madera en la construcción, en reemplazo de materiales basados en combustibles fósiles. Es decir, el sector forestal puede y debe jugar un rol clave para mitigar el cambio climático, dentro de un contexto de manejo sustentable y ecosistémico de bosques, donde el sector de plantaciones exóticas está al debe (monoespecíficas, con cosechas a tala rasa en rotaciones cortas, todo lo cual no ayuda significativamente a mitigar el cambio climático).
Es urgente la implementación a gran escala de soluciones basadas en la naturaleza para combatir el cambio climático, y para ello se requiere una visión amplia y generosa, basada en la satisfacción de necesidades ambientales acopladas con la satisfacción de necesidades sociales y económicas en los territorios. Sin embargo, para avanzar en estas soluciones, el sector forestal chileno requiere hoy una nueva gobernanza, fortaleciendo la institucionalidad forestal, las políticas vinculadas a los ecosistemas y territorios forestales, la descentralización del país, y la implementación de la estrategia nacional de cambio climático. La orientación científica puede hacer un aporte significativo en la implementación de las ideas aquí planteadas.
Por Pablo Donoso Hiriart – Director AIFBN, en colaboración don Fundación FES Chile
Publicada el 28 de septiembre de 2021 en El Desconcierto