Como Agrupación, nos enorgullece mucho que personas tan dedicadas y con una trayectoria tan potente como Don Luis Astorga sean reconocidas y visibilizadas. Don Luis es un socio que siempre está presente entregando sus valiosas y profundas reflexiones, además de ser un entusiasta a la hora de compartir en la naturaleza.
Hace algunas semanas, fue entrevistado por el Diario de Talca, para conversar sobre políticas forestales, cambio climático y su libro «Finlandia para siempre», entre otros tópicos.
Les compartimos aquí la entrevista íntegra:
Entrevista: “El cambio climático (…) está trasladando las plantaciones hacia el sur”
En “Finlandia para siempre”, Luis Astorga rememora la cooperación forestal con el gobierno de Allende. Ingeniero forestal conocido mundialmente, analiza algunas problemáticas del sector forestar en el Chile actual.
Luis Astorga aceptó de inmediato la entrevista con Diario Talca. “En la Universidad de Talca existe una Escuela Forestal, donde tengo muchos conocidos. Parte de ellos piensa diferente de lo que manifiesto en mi libro. Será interesante». Acaba de publicar “Finlandia para siempre / Cooperación forestal con el gobierno de Salvador Allende y la potente solidaridad con Chile en dictadura” (Editorial Cuarto Propio, 2024).
Luis Eduardo Astorga Schneider (1935) es un ingeniero forestal formado en la Universidad de Chile, con postgrados en economía y desarrollo rural. Trabajó en los años 60 en la Empresa Industrias Forestales S.A.
En el gobierno del presidente Allende, fue director de la División de Planificación Forestal del Comité Forestal de CORFO. Tras el golpe militar de 1973 parte al exilio. A partir del nuevo milenio ha colaborado en la propuesta de un nuevo modelo forestal para Chile de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el bosque nativo, dedicados a aspectos sociales del desarrollo forestal sustentable y a la certificación FSC.
Esta certificación tiene como objetivo promover en los bosques una gestión forestal sostenible, económicamente viable, socialmente beneficiosa y ambientalmente responsable, de acuerdo con normas establecidas.
Luis, se pensó en la década de los 50 y 60 que el potencial forestal chileno estaba en las plantaciones y no en el bosque. Con la experiencia vivida, ¿esa apreciación fue correcta?
“Aunque a fines de los 50 yo era solo un estudiante forestal y me recibí solo en 1960, las enseñanzas de nuestros profesores –varios especialistas de FAO- y la bibliografía que consultábamos durante nuestros estudios, además de las giras y el recorrido del país, indicaban con mucha claridad un enorme potencial forestal no solo en las plantaciones, sino en el bosque nativo chileno. Las plantaciones con especies de rápido crecimiento como pino y eucaliptus tenían gran potencialidad productiva de madera para la amplia variedad de industrias transformadoras para el mercado interno y exportación. El bosque nativo con sus 18 millones de hectáreas, no solo protegían una gran diversidad ecológica, el suelo y las aguas, sino que también tenía (y tiene) grandes posibilidades de producir una amplia variedad de maderas y otros productos forestales de alta calidad, además de un extraordinario potencial turístico”.
¿Y cuál es su mirada de las grandes plantaciones?
“En mi experiencia de 64 años de ingeniero forestal activo, las plantaciones han generado una tremenda riqueza y expandido fuertemente la producción forestal y la economía forestal. También han generado problemas en las comunidades locales porque no hubo ordenamiento del uso del territorio y se plantó en los 80 y 90 a ‘destajo’ con técnicas de gran impacto ambiental como los roces, talas rasas, uso de químicos. En la actualidad ha mejorado mucho el manejo forestal de las plantaciones, pero los impactos negativos existieron, incluso provocaron emigración rural no deseada a periferias urbanas.
El potencial del bosque nativo en cambio ha sido orientado principalmente a mantener los valores conservacionistas y de recreación, pero no se ha avanzado nada (o más bien se ha retrocedido) en su potencial para producir maderas de alta calidad”.
¿Qué tan valederas son las críticas en contra de las plantaciones de pino?
“Hay críticas valederas y otras sin fundamento. Las valederas se refieren a impactos ambientales y sociales generadas por la forma en que se plantó en nuestro país: en inmensos paños eliminando vegetación natural de las quebradas y superficies de bosques nativos, obligando al uso de químicos para control de plagas y malezas, generando migración rural-urbana que provocó pobreza local. Además, esa inmensa riqueza generada por las plantaciones en muchas comunas, no ha impulsado desarrollo local como se aprecia en las cifras de Desarrollo Humano del PNUD presentadas en sus informes de 2003 y 2024. Las comunas con más plantaciones forestales presentan los índices más bajos en el país, aunque no todo es responsabilidad de las plantaciones.
Lamentablemente hay muchas críticas infundadas que revelan una actitud negativa contra el pino y el eucalipto que son especies arbóreas como cualquier otra. He escuchado: ‘que se acidifica el suelo’, ‘que se acaba el agua’, ‘que no hay biodiversidad’, etc. Todo depende de cómo se hagan las plantaciones. Si se hicieran en mosaicos, no plantando quebradas ni cumbres en un máximo de 10 a 20 hectáreas en vez de paños continuos de cientos de hectáreas, los impactos ambientales y sociales serían mínimos”.
El boom de las plantaciones se inició en la dictadura con la promulgación del decreto 701 en 1974. ¿Qué impacto tuvo?
“Así es, el decreto 701 bonificaba en 75% el costo de la plantación, que, en muchos casos, resultaba cubriendo el costo total de lo plantado. Además, el precio de la tierra en los años 80 era tan bajo que las plantaciones eran una gran oportunidad. Por ello el incentivo fue aprovechado en gran escala por las tres grandes empresas: CMPC, Arauco y Masisa y una amplia variedad de empresas medianas. En la página web de CONAF es posible leer los informes de resultado del DL 701. La superficie sube de 500.000 hectáreas aproximadas en 1980 a 3 millones en 2010, con los impactos positivos y negativos ya mencionados. Un gran efecto positivo fue el control de la erosión que en los años 60 se extendía a más de 3 millones de hectáreas en la Cordillera de la Costa. Precisamente de Talca a Constitución la cordillera estaba muy erosionada, que ahora están con plantaciones”.
El régimen militar, ¿qué plan de manejo forestal planteó?
“Ni siquiera lo considera, porque no cree en la necesidad de planificación forestal. Comienza el neoliberalismo y es el mercado quien toma las decisiones”.
Tras el golpe militar usted parte al exilio y Finlandia lo acoge. ¿Cómo fueron esos años?
“Han sido los años más duros y difíciles de mi vida, no solo por estar lejos de mi país y de mi familia, especialmente mis hijos, sino por la información que nos llegaba permanentemente de las persecuciones, muertes, torturas, desapariciones y otras violaciones a los derechos humanos. Todo ello sin poder influir casi en nada para un cambio en la situación”.
Escribe: «las plantaciones de pinos y eucaliptus, a pesar de generar riqueza para las empresas, provocaron una serie de impactos sociales y ambientales negativos».
“A fines de los años 90, cuando se inicia en Chile el sistema de Certificación FSC, el gerente de una empresa forestal (que ya no existe) me solicitó el trabajo de averiguar por qué las comunidades campesinas de pequeños propietarios ‘odiaban las plantaciones y las empresas forestales’. Hicimos con Omar Rebolledo un largo recorrido de casi toda la antigua región del Bío-Bío encuestando y conversando con dirigentes/as y líderes/as de comunidades campesinas y pudimos hacer una larga lista de esos impactos.
Más tarde durante la primera década del 2000, dado que trabajé tanto en consultorías como en procesos de certificación FSC en el aspecto social, pude apreciar que las empresas que se certificaban tomaban conciencia de esos impactos y los iban corrigiendo, aunque los reclamos contra empresas siempre existieron”.
La sequía y el cambio climático, ¿qué peligros representan para las plantaciones forestales?
“El cambio climático, uno de cuyos efectos son las sequías prolongadas, a pesar de ser un proceso relativamente de largo plazo, está trasladando las plantaciones más productivas y rentables hacia el sur de Chile”.
¿Qué lecciones se deben sacar de la tragedia de Santa Olga, en el Maule, ocurrida en el año 2017? (Santa Olga, localidad ubicada en la comuna de Constitución, sufrió en el año 2017 un incendio forestal que arrasó con el pueblo de mil viviendas).
“Que es fundamental la planificación del uso del territorio, en especial el interfaz urbano rural. Esto no es solo una acción del Estado vía las Municipalidades, sino de las propias comunidades y de las empresas del territorio. En el caso de Santa Olga, Forestal Arauco, con su certificación FSC, debería haber considerado y previsto una tragedia como la que ocurrió”.
¿Cómo el pueblo mapuche ha sido afectado por la expansión de las empresas forestales?
“Es necesario señalar que el Estado chileno tiene una gran deuda con el pueblo mapuche, porque generó un problema que se ha ido agravando con el tiempo. Las reducciones indígenas y las maniobras de colonos nacionales y europeos para usurpar tierras, han generado un conflicto que se agrava con el correr del tiempo y ha sometido a un importante grupo de nuestros pueblos originarios a la pobreza. Las plantaciones y la instalación de las grandes empresas en el territorio mapuche han agravado el problema y de ahí las acciones de quemas de camiones y maquinaria que se iniciaron en los años 90.
Además, para establecer las grandes plantaciones en el territorio mapuche, en muchos lugares se eliminó vegetación nativa de donde el pueblo mapuche obtenía alimentos, sacaba sus medicamentos y tenía sitios ceremoniales y cementerios. Se destruyó el ecosistema que estaba unido estrechamente a valores materiales, espirituales y ancestrales. Solo a partir del 2000 las empresas forestales comenzaron a comprender esta realidad cuando se inicia la certificación forestal FSC, que se refiere explícitamente a los grupos sociales en el manejo forestal”.
¿Qué soluciones podrían buscarse?
“Las soluciones son difíciles, pero necesarias. Tiene que existir una decisión política del Estado de Chile. Hasta el momento, de las propuestas existentes creo que la más seria y factible es la del Senador Francisco Huenchumilla que plantea en su libro Plurinacionalidad, el Nuevo Pacto (Editorial Pehuén, 2017) propuesta que le costó la intendencia de la Araucanía ese año”.
¿Qué consecuencias tuvo para el bosque nativo la prioridad dada a las plantaciones?
“El bosque nativo se dejó de lado hasta el fin de la dictadura y solo se aprovechó para el gran negocio de exportación de las astillas de madera en los años 80. El primer intento de su recuperación, se hizo en el Gobierno de Aylwin que presentó el Proyecto de Recuperación y Manejo Sustentable del Bosque Nativo, pero demoró más de 15 años de discusión en el Congreso, hasta su promulgación en 2008 por el primer Gobierno de Bachelet. Sin embargo, el gran avance – especialmente para la Patagonia – fue la donación de casi 500.000 hectáreas de 4 parques donados por la Fundación Douglas Tomkins con toda su infraestructura. La mayor parte del bosque nativo no tuvo prioridad. Sin embargo, el proceso de destrucción ha ido disminuyendo paulatinamente a medida que se estabiliza la frontera agrícola. La recuperación de áreas de bosque degradado ha sido mínima. Afortunadamente, muchas de las áreas que fueron quemadas al expandirse la frontera agrícola y ganadera, se han ido recuperando solas. El bosque nativo es de una gran resiliencia, lo que se aprecia en Aysén, Curarrehue y otros lugares donde hay mucho renoval”.
Tras su fecunda relación con Finlandia, ¿qué lecciones aprendió en el campo forestal?
“La primera es que el bosque es patrimonio de la naturaleza y, por lo tanto, pertenece a todo el pueblo finlandés, aunque exista la propiedad privada en él. Hay reglas muy estrictas de cómo se deben utilizar los bienes y servicios que produce manteniendo sus valores ecosistémicos y minimizando o eliminando los impactos ambientales y sociales negativos. El pueblo finlandés tiene tal relación con sus bosques, que este concepto está internalizado en sus habitantes desde la más tierna edad. Las familias caminan libremente por los bosques, sin cercos, cosechando hongos y frutos silvestres a conciencia. Es un derecho garantizado por el Estado y por ello mismo lo cuidan.
La segunda lección que asimilé es que todos los propietarios de bosques deben tener Plan de Manejo. Su propietario, sea empresa o persona, puede utilizar sus bosques de acuerdo al Plan de Manejo aprobado. Es su guía y herramienta de trabajo tanto para respetar los valores ambientales y sociales y para obtener el máximo de utilidades de su uso sin dañarlo en absoluto. Este concepto cambia las características del Plan de Manejo porque lo transforma en una herramienta del propietario y no una imposición burocrática del Estado. Un colega finlandés, Markku Turtiainen me enseñó que el plan debe ser sencillo, corto y de muy fácil comprensión para el propietario de bosques. Si no es así, no sirve. Además, debe incluir los posibles impactos en los otros seres vegetales y animales del ecosistema para evitar su destrucción”.
La Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo en su libro: “Chile Necesita un Nuevo Modelo Forestal” propone un nuevo modelo. Los cambios propuestos, ¿son compatibles con el imperante modelo neoliberal?
“Algunos de los temas, que es necesario definir con mayor detalle y claridad se pueden ejecutar con el sistema actual. Por ejemplo, las empresas pueden -y deberían hacerlo– reformular el diseño de sus plantaciones, luego de las cosechas, en mosaicos de acuerdo al paisaje, la fisiografía y topografía del territorio (por supuesto manteniendo sus niveles de costos u utilidades) de modo que el paisaje de las plantaciones sea mucho más ‘amigable’ y social y ambientalmente adecuados. Esta ha sido la propuesta del sistema de certificación FSC, que no siempre se ha cumplido.
Sin embargo, hay otros temas que requieren un cambio del modelo neoliberal porque serían decisiones de ‘bien común’ que no siempre estarían de acuerdo con los valores que fija el mercado. Por ejemplo, el ordenamiento territorial que Chile necesita no se podría hacer en el modelo neoliberal. Lo mismo ocurre con el tema de solución del conflicto entre el Estado de Chile y sus pueblos originarios. Cualquiera acción que requiera una intervención más activa del Estado (que no significa automáticamente mayor burocracia) necesita una nueva Constitución y un nuevo modelo”.
[1] Diario Talca, 2024. Entrevista. Luis Astorga. Disponible en: Entrevista: «El cambio climático (…) está trasladando las plantaciones hacia el sur” (diariotalca.cl)