Por Pablo Parra Soto – Socio AIFBN, en colaboración con Fundación Heinrich Böll
Publicado el 23 de agosto de 2021 en El Desconcierto
¿Es justificable reemplazar un ecosistema nativo que resulta ser nuestra primera línea frente al cambio climático para implementar un proyecto que aumenta las utilidades del empresariado que se jacta de dar trabajos precarios? ¿Es válido catalogar de innecesario recuperar un ecosistema nativo afectado por incendios forestales porque se pueden implementar actividades más rentables desde la perspectiva productiva? La respuesta es un categórico NO, y estando en una emergencia climática es hasta inmoral que se llegase a defender la postura del cambio de uso de suelo.
Me tomaré la libertad de entregar algunos antecedentes para que empecemos a abordar con seriedad los temas referentes al medioambiente. ¿Estamos en una crisis climática o no? Recientemente, el IPCC de la ONU publicó un informe sobre cómo el calentamiento global cambiará nuestro planeta en las próximas décadas. Dentro de las conclusiones de este informe se señala que los efectos del cambio climático están siendo rápidos y se están intensificando, que el nivel del mar aumentará, habrá mayor sensibilidad ante el exceso de CO2 en la atmósfera, incremento de metano (gas de sobrecalentamiento) y aumento considerable de la temperatura1.
El cambio climático está llevando al mundo a su periodo más cálido en 2.000 años, y tendrá efectos irreversibles durante milenios. Este aumento provocaría eventos climáticos extremos violentos como sequías, inundaciones y olas de calor. En el escenario más pesimista, las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero se duplicarán a mediados de siglo, produciendo un aumento de 4 grados de temperatura en el año 2100. ¿Chile estará exento de esta terrible situación? Por supuesto que no. De hecho, Chile cumple siete de los nueve criterios de vulnerabilidad a los efectos del cambio climático determinados por la ONU. El WRI anuncia que es uno de los países más propensos a enfrentar una disminución del suministro de agua por los efectos combinados del aumento de las temperaturas en las regiones críticas y cambios en los patrones de precipitaciones4. Con respecto a este último punto, actualmente en el 44% de los conflictos socioambientales de Chile se afecta el derecho al agua.
Popularmente, los efectos del cambio climático más conocidos son las variaciones en temperatura y precipitaciones, lo que provoca sequías e inundaciones. Sin embargo, algo no tan conocido es la relevancia de los ecosistemas nativos en la regulación del clima, y ese desconocimiento (muchas veces intencionado por parte de nuestras autoridades y tomadores de decisión) es lo que lleva a que diariamente se vean amenazados y destruidos por el cambio de uso de suelo, el que muchas veces se facilita por la “ocurrencia” de incendios forestales. Por esta razón, actualmente se está discutiendo un proyecto de ley que busca regular los cambios de uso de suelo de terrenos afectados por incendios forestales.
En resumidas cuentas, este proyecto intenta proteger a todos los ecosistemas naturales que se vean afectados por incendios forestales, prohibiendo cualquier actividad que cambie el uso del suelo o sea incompatible con la recuperación y conservación de la formación vegetacional afectada. Posterior a incendios forestales, muchos ecosistemas se han visto reemplazados por proyectos de índole forestal, frutícola e inmobiliaria, entre otros. Al no recuperar esa vegetación afectada y reemplazarla para otros usos, se está perdiendo capacidad de captura de CO2, como también alterando el clima local (aumento de temperaturas y disminución de precipitaciones y reservas de agua).
En Chile existen personas con evidente miedo a los cambios (en especial aquellas que están cómodas con la Constitución actual), personas que por supuesto se niegan a que avance esta necesaria iniciativa legal porque afecta sus intereses económicos, esbozando argumentos que glorifican el cambio de uso de suelo porque da trabajo, de calidad cuestionable, pero da trabajo, ¿qué importa lo demás? La pregunta que habría que plantearse es: ¿Es justificable reemplazar un ecosistema nativo que resulta ser nuestra primera línea frente al cambio climático para implementar un proyecto que aumenta las utilidades del empresariado que se jacta de dar trabajos precarios? ¿Es válido catalogar de innecesario recuperar un ecosistema nativo afectado por incendios forestales porque se pueden implementar actividades más rentables desde la perspectiva productiva? La respuesta es un categórico NO, y estando en una emergencia climática es hasta inmoral que se llegase a defender la postura del cambio de uso de suelo.
En este sentido, hay que buscar soluciones ante la emergencia climática, y una de ellas es que legisladores y legisladoras den celeridad a la discusión de esta iniciativa legal; no hay justificación para seguir postergando algo tan relevante a meses de una probable compleja temporada de incendios. Los terrenos donde hay ecosistemas nativos afectados por incendios forestales no solo deben ser protegidos a la eternidad, sino que también deben ser recuperados y restaurados mediante el manejo integrado de ecosistemas, para que sigan entregando servicios ecosistémicos y contribuyan a garantizar la seguridad nacional, no la que enfrenta a países hermanos, sino la que enfrenta a los efectos del cambio climático para resguardar la calidad de vida de su población. Por esta razón, necesitamos nuevos instrumentos, actualizar los que no funcionaron y crear una institucionalidad ambiental coherente con lo que está ocurriendo en el contexto climático.
Por Pablo Parra Soto – Socio AIFBN, en colaboración con Fundación Heinrich Böll
Publicada el 23 de agosto de 2021 en El Desconcierto